Tenía una idea de lo que quería en mi
vida, un prototipo o algo así; quería junto a mí una persona de determinada
forma de ser y de cierto físico, pero de pronto, sin esperarlo, llegaste. Eres muy
diferente a ese modelo que tenía de posible príncipe azul. Pero llegaste.
Llegaste de repente, sin venir a cuento, quizás cuando no tenía ganas de
encontrar a nadie, llegaste cuando menos te buscaba pero cuando más te
necesitaba, llegaste justo en el momento, llegaste. Llegaste para hacerme ver
las cosas de otra manera, para hacerme crecer como persona, para apoyarme, para
entenderme y para quererme. Para besarme cuando más lo necesito, para mirarme y
comprender que me pasa algo, para saber que estoy mal, que estoy bien, para
sorprenderme y devolverme la ilusión, para hacerme creer, sentir, volar. Sí,
eso, me haces volar. De cualquier manera, llegaste a mi vida para cambiar mis
planes, un cambio que en realidad necesitaba. Gracias por este aire fresco que
le has dado a mi vida. Me haces volar; exactamente es eso, volar.