¿Cómo?
No hay maneras para poder explicarlo, ya no las hay.
Tan sólo siento, vivo, río, quiero.
Eres, eres, eres... Eres tú, ni más ni menos, tan sólo tú.
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Hoy es uno de esos días en los que me siento sola y de repente, abunda a mi mente una lluvia de pensamientos, recuerdos, historias, como cohetes artificiales explotan y se esparcen por todo mi ser provocándome sensaciones extrañas: ¡pum!, recorre mi cuerpo una imagen tras otra, veloces, afloran toda mi cabeza, ¡pum! Y ahora es como si mis ojos se empaparan, pero esto no anula el sentimiento de soledad, sigue siendo igual. Nada ni nadie me acompaña, miro hacia el cielo y especialmente es un día gris, oscuro, ni un rayo de sol alumbra tímidamente, y es evidente que esto me hunde más, me siento mucho peor y cuando creo que mis ánimos no pueden caer más, están en lo más bajo, aparece mi pequeño subjetivismo, mi pequeña esperanza de que todo saldrá bien, y no sé que es exactamente lo que me pasa, simplemente me siento mal pero me digo a mí misma: tranquila, ya habrán tiempos mejores, no hay mal que dure cien años. Y yo misma, sin necesidad de compañía en ese preciso momento, subo mi moral, seco mis lágrimas y, ¿por qué no? Consigo sacar una sonrisa. No desvarío, me relajo. El pasado es historia.
#; Cuando las palabras no bastan. Porque dentro quema algo que no se puede decir. Que no se consigue decir. Cuando quien tienes delante, en lugar de darte la respuesta que querrías, dice otra cosa. Dice más, dice demasiado. Ese demasiado que es nada, que no sirve para nada. Y que hace el doble de daño. Y el único deseo es devolver ese dolor. Hacer daño. Esperando así sentirse un poco mejor...
